La Paz, (PL) Un informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) vuelve a desatar la ya antigua controversia que, de cuando en cuando, reaparece en relación a la milenaria hoja de coca.
La discusión sobre tal informe se da, esta vez, entre Perú y Colombia.
El recién electo presidente colombiano, Juan Manuel Santos, se apresuró a anunciar con gran satisfacción que su país había dejado de ser el primer productor de coca.
En Perú, por supuesto, hay una reacción de disgusto ante el hecho de que se les haya situado en primer lugar.
Bolivia, por su parte, no acepta la calificación del estudio.
La intervención de ONU en el tema de la coca, es incluso anterior a su fundación; ocurrió en la instancia de su antecesora Liga de Naciones donde, en los primeros años 30 del siglo pasado, ya se planteó la interdicción en ese tipo de plantaciones.
Es bueno recordar que, cuando aquello ocurrió, los latifundistas dueños de las grandes extensiones de coca en Los Yungas (La Paz) y el Chapare (Cochabamba), se unieron para hacer gestiones ante el gobierno de entonces.
Entre otras acciones, publicaron un folleto que destaca las virtudes de la planta y demuestra los perjuicios que se causaría con los intentos de erradicación.
Por entonces, según declaración de los mismos latifundistas, se producían 19 mil hectáreas de coca en Bolivia, en aquella época habitada por poco más de un millón de habitantes.
Los latifundistas tenían peso y, bajo tal influencia, el gobierno se opuso ante la Liga a cualquier prohibición del cultivo y consumo de la coca en su estado natural.
Así logró que la propuesta para erradicarla no prosperara.
Otra fue la situación cuando, en los años 60, con un gobierno que trataba de enmendar sus desencuentros con el imperio, aceptó presuroso la interdicción y se trajo el texto de una ley, que hizo aprobar por el Parlamento con el número 1008.
La actual Constitución
Hoy, la Constitución Política del Estado Plurinacional establece dos principios: la protección y respeto al cultivo y consumo natural de la coca y el combate al narcotráfico.
El informe de la ONU nos sitúa en tercer lugar, aunque incidiendo en que se ha producido un aumento y que 56 mil toneladas de hoja van a la fabricación de drogas.
Y nosotros también decimos: no es bueno ese informe. No lo es, porque parte de una decisión cuestionada sobre la interdicción de la coca, y no toma en cuenta ninguna otra consideración sobre este cultivo.
Pero, además, es absolutamente parcial porque, en el recuento de los cultivos de plantas alucinógenas y la producción de drogas prohibidas, jamás se ha conocido un informe sobre la situación en Estados Unidos
Se sabe, y no lo dice la ONU, que norteño país es el mayor productor de marihuana en el mundo; tanto es así que, en esa nación, se produce más marihuana que maíz.
También es conocido, y no dice nada la ONU, que la más alta producción de anfetaminas, corresponde a Estados Unidos.
Se sabe, y la ONU se calla, que en ese país se han inventado y se producen drogas tan malignas como el crash. Por eso, estos informes del organismo mundial no pueden ser respetados.
Otro aspecto importante, tiene que ver con la misma hoja de coca pues contiene vitaminas A, E, B1; B2; B3 y C (ácido ascórbico), proteínas y microelementos (calcio, fósforo, hierro, potasio y sodio), tanina y además 14 alcaloides que fomentan su acción medicinal.
Es decir, declarar que la coca sólo se usa en la fabricación de cocaína, es ignorar absolutamente la larga lista de elementos que se encuentran en ella.
ONU, pantalla de potencias
Pero la prohibición del cultivo de coca es importante, no para la ONU que sólo es una pantalla de las grandes potencias, sino para éstas.
Los periódicos locales, por ejemplo, explotan el dato de que, en Bolivia, se mueven más de 300 millones de dólares alrededor del narcotráfico.
Se trata de una suma importante que muestra la incidencia de ese comercio ilegal en la economía nacional.
Pero se oculta, en Estados Unidos y en los organismos internacionales, los miles de millones que mueven el comercio ilegal de drogas en ese país. A eso habría que agregar los grandes capitales que, la Unión Europea, invierte en el mismo negocio.
¿Por qué, nosotros: Colombia, Perú y Bolivia, debemos cargar con la responsabilidad?, ¿por qué, los gobiernos de EEUU y la Unión Europea no formulan y ni llevan a la práctica un plan efectivo para erradicar el consumo de drogas en sus respectivos países?
No se trata de regalar unos cuantos millones de dólares a los países productores y ordenarles que, con eso, erradiquen la coca, sin que importe la situación de los campesinos que la cultivan.
Tampoco es aceptable que venga la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) a sembrar el terror entre los agricultores, para tener el control de la producción de cocaína, como quedó demostrado en el caso de Huanchaca.
Una política seria contra ese mal, tiene que centrarse en la persecución y destrucción de las mafias y cárteles de la droga.
Deben dejar de lado la hipocresía criminal, que ha llevado a tierra mexicana, la disputa de los cárteles que, en Estados Unidos, aparecen tranquilos y sin salirse del orden establecido.
Porque se trata de esos cárteles estadounidenses que saldan sus cuentas en México y en Colombia y en Perú y, ahora también, en Bolivia.
Mientras no haya una verdadera equidad, tomando en cuenta todos estos aspectos, los informes de Naciones Unidas sobre este tema no serán aceptados y, sin embargo, Âícuánto necesitamos de informes internacionales que nos ayuden a combatir este y otros males!, siempre que apunten correctamente y sean resultado de una real convicción.
(*) El autor es periodista boliviano y colaborador de Prensa Latina |
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