“Tengo en mis manos dos cajas.
Pongo todas mis penas en la negra, y todas mis alegrías en la dorada”
Pero mientras la dorada se fue poniendo muy pesada, la negra permanecía tan liviana como antes.
Con curiosidad abrí la caja negra para saber por que seguía tan liviana y encontré en el fondo de la caja un agujero por el cual se habían ido todas mis tristezas.
Pensé en voz alta, “dónde habrán ida a parar mis penas…?”
Tengo dos cajas: la dorada es para que cuente mis bendiciones y la negra para que desaparezcan mis penas.
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