En una cultura donde se ha sobrevalorado la entrega amorosa ilimitada, la vida en pareja se ha convertido en la principal forma de autorrealización. Un sentimentalismo exagerado ha hecho que se ignore el sacrificio personal que implica tal abnegación. Sin embargo, el amor no lo justifica todo.
Existe otra forma de entender el amor: amar sin destruirnos a nosotros mismos y huir de la idealización absolutista; se puede amar sin ansiedad y sin negociar los principios vitales que nos determinan.
Un amor maduro es el que integra el amor por el otro con el amor propio sin conflicto de intereses.
INTRODUCCIÓN
No importa qué digan los poetas, no amamos con el corazón,
sino con el cerebro. Podemos inventar el 'amor de
pareja en el día a día, construirlo a nuestra imagen y
semejanza, e incluso trascenderlo o abandonarlo. Si el
amor sólo fuera sentimiento y emoción pura, quedaríamos
inevitablemente a la merced de sus altibajos y
fluctuaciones. Sin embargo, los consultorios psicológicos
están repletos de mujeres y hombres valientes que rebaten
la idea de que el amor es incontrolable y totalmente
irracional. El amor completo, el que incluye pasión (eras),
amistad (philia) y ternura (ágape), no llega de improviso
como un demonio o un ángel que se apodera de nosotros,
también existe la voluntad de amar o de no amar. No sólo
el amor nos "posee", también lo poseemos a él: nadie es
víctima del amor sin su propio consentimiento.
Nuestra cultura ha hecho una apología al amor incondicional,
el cual parte de una idea altamente
peligrosa:"Hagas lo que hagas te amaré igual".Es decir,
que a pesar de los engaños, los golpes, el desinterés o el
desprecio, si los hubiera, en nada cambiarían mi
sentimiento. Más allá de mi dignidad y a cualquier precio,
hagas lo que hagas, te amaré per sécula seculórum.
Amor ilimitado, irrevocable y eterno.
¿A quién se le habrá ocurrido semejante estupidez?
Si el amor lo justificara todo,
estaría por encima de los derechos humanos, la justicia y la
ética. Entraríamos en un "todo vale" afectivo que
funcionaría como una bomba de tiempo, donde el "ser para
el otro" quedaría automáticamente validado y el "ser para
sí" sería considerado una herejía. No importa qué digan los
románticos: ser incondicional en el amor, amparado en la
quimera del amor verdadero, promueve el sufrimiento feliz,
el desinterés por uno mismo y la renuncia al yo.
Bendiciones eternas llenas de Amor...Con Amor
Riso Walter Los Limites DelAmor.PDF