martes, julio 06, 2010

Nace una nueva generación de robots terapéuticos

Inteligencia artificial / Una tecnología controvertida
Están diseñados para inspirar empatía, en especial en personas mayores
Nace una nueva generación de robots terapéuticos
Diseñado como un cachorro de lobo marino, un robot hace compañía a una persona con demencia
Foto: The New York Times

NUEVA YORK ( The New York Times ).- Después de años de esforzarse en presionar circuitos para lograr empatía, dispositivos diseñados para calmarnos y respaldarnos están saliendo de los laboratorios. Paro (de personal robot) es uno de los exponentes de esta nueva generación de robots terapéuticos.

Para adictos en recuperación, médicos de la Universidad de Massachusetts están probando un sensor diseñado para detectar los síntomas de la abstinencia y enviar mensajes de texto con una pizca de cariño.

Para los que desean un compañero y tengan 125.000 dólares, una cabeza robótica parlante puede ser modelada con la personalidad de elección. Sonreirá ante sus propios chistes y reconocerá caras familiares.

Para personas que hagan dieta, un robot con una pantalla táctil, grandes ojos y voz de mujer se sentará en la mesada de la cocina y ofrecerá coraje después de calcular calorías y actividad física.

Máquinas inteligentes

Robots guiados por alguna forma de inteligencia artificial ya exploran el espacio exterior, sueltan bombas, operan y juegan al fútbol. Pero construir una máquina que responda a la necesidad humana de compañía ha resultado ser más difícil. Sin embargo, la aparición de robots en geriátricos, escuelas e incluso en el living de las casas está agregando combustible a las fantasías de ciencia ficción de que podemos depender de ellos.

Como una zooterapia sin la mascota, Paro ofrece beneficios para pacientes que son alérgicos. No necesita que lo limpien ni que lo alimenten. No muerde y, en algunos casos, puede ser una alternativa a la medicación en pacientes que están deprimidos.

En Japón ya se vendieron unos mil Paros. En Dinamarca, los médicos están tratando de cuantificar sus efectos en la presión sanguínea y otros indicadores de estrés. Pero algunos son críticos de su papel: ven su uso como un signo del bajo estatus que tienen las personas mayores, especialmente los que padecen demencia. A medida que la tecnología mejore, argumenta Sherry Turkle, psicóloga del Massachusetts Institute of Technology, cada vez será más tentador sustituir la presencia humana por la de Paro y los de su tipo. "Paro es el comienzo -dijo-. ¿Y luego qué? ¿Un robot le leerá a tu hijo? ¿Le contarás tus problemas a un robot? ¿Quiénes, entre nosotros, serán suficientes como para merecer la atención de personas?

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