martes, febrero 09, 2010




El poder digital


Por Alicia De Arteaga

  • No es casual que el magnate tecnológico Michael Dell haya pagado US$ 100 millones para quedarse con el mejor archivo de fotos del planeta. Casi al mismo tiempo, un coleccionista no identificado pago US$ 104.3 millones por un Giacometti de museo, una obra rara, austera, ascética, con el sello inconfundible del artista suizo que no integró hasta hoy la pole position de los mas caros: Van Gogh,Picasso, Warhol, Rubens, Monet,Degas y Klimt.
¿Que tiene que ver Magnum con Giacometti? Los récords en la era de Internet adquieren otra dimensión, por la inmediatez con que la imagen digitalizada llega a audiencias, en lugares remotos y cercanos. La batalla hoy se libra en el terreno de los contenidos. Dime qué tienes para compartir y te dire quién eres o, mejor aún, cuánto vales y si me interesa navegar en tu sitio.
Micheal Dell ha donado a la Universidad de Texas el archivo con las fotos mas icónicas del siglo XX y lo ha hecho siguiendo la más pura tradición filantrópica de los Mellon, Rockefeller y Vanderbilt, solo que su gesto se derramó inmediatamente sobre su propia marca de computadoras, herramienta perfecta para bajar del archivo tejano esas históricas fotos de Robert Capa y los otros, digitalizadas.
Hace unos años, el visionario Bill Gates pagó una fortuna por el último Codice de Leonardo Da Vinci en manos privadas. Se dijo que el precio era una locura. Se sabe ahora que la inversión ha sido amortizada con creces por el potencial magnético que supone disponer de un incunable, pieza única si las hay, que digitalizado puede llegar a multitudes.
Ya es un hecho ?lo informó el diario El País el sábado?, que la moda acaba de convertirse a la religión de Internet y que marcas de lujo, como Hermes, Dior, Burberrys o la española Loewe, tienen portales, emiten los desfiles en directo por Twitter, como lo hizo el equipo de moda de La Nacion en la última edición del Buenos Aires Fashion Week, y que se comunican con sus clientes a través de Facebook . Lujo no es incompatible con Internet.
Burberrys le pregunta a los internautas cuál es su chaqueta favorita y recibe cuatro millones de fotografías. El cambio de paradigma ha sido más rápido de lo que nunca nadie jamás imaginó.
Los museos se lanzaron a la conquista de audiencias masivas a través de la Red, con visitas interactivas, selecciones de obras on line, debates de internautas, búsquedas del tesoro, y una serie de estrategias lúdicas que terminan con la solemnidad del contenedor decimónico llamado Museo. La Casa Encendida de Madrid, centro cultural que dirige el talentoso Pepe Guirao, ha lanzado un concurso para un casting on line, que busca dobles del artista Ryan McGiness: los seleccionados participarán en un taller de serigrafía. En Facebook se puede votar por el aspirante preferido.
El Prado firmó un convenio con Google y tiene los highlights del museo en Google Earth, donde el visitante puede navegar por las obras y aproximarse para ver el espesor de la pincelada.
Genial es la propuesta de la Tate de Londres, que invita al público a visitar los lugares en los que se inspiraron los artistas y comprobar cuánto han cambiado, sumado al proyecto Mapping de Tate para establecer las relaciones entre los entornos reales y las representaciones pictóricas. Signo de los tiempos, nuestro Museo de Bellas Artes debe empezar por el principio, que es la catalogación de su colección, una tarea necesaria para saber qué es lo que tenemos antes de entrar en la galaxia digital. Según un acuerdo firmado entre el director del museo Guillermo Alonso y la plana mayor del grupo Clarín, la catalogación y todo lo que esto implica ?fotos, textos? ha quedado en manos del equipo de Clarín, en tanto el diseño cuenta con el asesoramiento del artista Jorge Macchi.
Fundado en 1896 por Eduardo Schiaffino, critico de La Nacion, el Museo de Bellas Artes tendrá para el Bicentenario su catálogo razonado. Internet puede esperar.