miércoles, diciembre 12, 2012

La superficialidad nos domina

La superficialidad nos domina

Enviado por CristianSerrano

Algunos profesores de nuestro campo acuñan a modo de preámbulo en sus enseñanzas teóricas la idea baconiana de la información es poder, enfocando tal frase –o credo– a que la información, hoy en día, tiene un valor no ya relevante sino de primera magnitud en la sociedad. El poder está en las manos de quién sabe obtener información, o dicho de otro modo, gestionar información relevante, verídica y útil; difundirla en el momento adecuado, proporcionársela a la persona adecuada para conseguir un fin determinado, etc. Véase como ejemplo los diferentes medios de comunicación que existen actualmente.
¿Acaso estos no son llamados el cuarto poder por el simple hecho de que la información que tienen en sus manos les proporciona poder, y utilizan esta para consolidarse en él? Todo gira en torno al establishment de la información, o mejor dicho, el mundo gira alrededor de su ombligo: informacentrismo o inforcentrismo. He aquí el neologismo, la invención real (creo que mía) del descriptor de todo, o puede que de nada.
¡Ojo! no sólo hay que darle el sentido de que la información nos sirve como fuente para alcanzar poder, adquirir dinero o constatar veracidad entre otros fines, sino también la información en sí misma ejerce un dominio sobre nosotros.
Bien es sobresabido por todos que internet ha supuesto grosso modo la mayor democratización y descentralización en el acceso y localización de la información de los últimos tiempos. Podemos informarnos con total libertad de todo por haber en la red de redes, navegar por todo cuanto habíamos creído que no existía a golpe de clic de forma rápida y sencilla, y como dirían los expertos, (o los que algo saben), de manera intuitiva.
Internet es una telaraña donde fácilmente uno se dispersa, se distrae, diversifica su atención gracias al gran invento, la navegabilidad de la web, pues ésta invita a moverse constantemente saltando entre contenidos digitales o haciendo multitareas, contenidos hipertextuales que leemos de forma fragmentada, o en diagonal, por lo que nos desconcentra a la hora de profundizar en la lectura de una sola cosa y poder comprenderla en su completitud, ergo desviamos nuestra posibilidad para poder aplicar nuestro pensamiento contemplativo, reflexivo y crítico.
Indaguen pues, en las ilustraciones de El Roto, los efectos de la infoxicación aparecen bien retratados en sus viñetas. La sobrecarga informativa y sus consecuencias, a las que estamos sometidos casi sin quererlo y sin pensarlo (o no) cada día son un tema preocupante que se recoge muy bien en el libro recomendado y recomendable, "Superficiales" deNicholas Carr. No obstante ya antaño, Ortega y Gasset, en su obra Misión del Bibliotecario, quiso reflexionar sobre lo mismo pero refiriéndose al exceso de producción de libros, estableciendo el símil del libro sentido como una carga, y no como una ilusión. Hablaba, además, del porvenir del bibliotecario, de su misión como "higienista de sus lecturas", esto es, que el bibliotecario debía ser especialista en dirigir al lector (o usuario) por la llamada "selva selvaggia de los libros". El filósofo fue uno de los pioneros en hablar sobre lo que hoy se conoce como formación de usuarios, y de infoxicacion, o mejor dicho, de libroxicación, y además, de entender el concepto de biblioteca como institución al servicio de las necesidades de la sociedad, o sea, también pionero de percibir la biblioteca como un espacio abierto y en constante evolución.
La falta de tiempo es irremediablemente un factor clave, aunque no el que más, para conocer a fondo esa información a la cual accedemos normalmente, o de vez en cuando: un artículo de prensa, clicar más allá de los 3 primeros resultados de Google ante una sencilla ecuación de búsqueda, etc. Es algo diría instintivo ya, pues qué duda cabe que la superficialidad, consecuencia de la revolución digital hace sombra a verbos como contemplar, comprender, analizar, evaluar, constatar y/o valorar críticamente o desechar la información con criterio. Sin embargo, otros verbos lucen lozanos de popularidad y uso; compartir, tuitear, clicar, consumir, etc.
¡Qué gran invento los botones sociales para distraer al rebaño!, ¡qué gran instinto el de clicar en share this, una adición manifiesta ya del usuario de a pie!
Comuníquense, compartan, retuiteen, aunque no se enteren ni papa de lo que comparten. Formen parte de ese estudio donde se revela que la gente retuitea sin averiguar de qué va lo que retuitean. Hagan ruido y sigan la corriente. Tengan cuidado que no se contaminen, ni se líen con tanto totum reovolotum. Permanezcan, siempre, en la "superficie de la información", no profundicen por si no salen, o por si no entienden lo que hay allí dentro. Sean fieles al becerro de oro, y a su dogma; el utilitarismo. Sean, por tanto, útiles, pragmáticos, prácticos, sean cultos 2.0, ante todo.
No obstante permítanse alguna vez el lujo de pensar.

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