sábado, junio 19, 2010

José Saramago - "Silencio, que se vai cantar o fado" ...

"Silencio, que se vai cantar o fado" ...

Es la frase que preanuncia una de las manifestaciones más intensas de la música popular. La que desgrana nostalgia, tristeza, melancolía, en contrapunto de voz y guitarra clásica y portuguesa. Se canta con los ojos cerrados, se abre el pecho, se estira la garganta, y se deja salir la voz desde el corazón...

Es casi la misma secuencia con que hoy necesitamos liberar tanta tristeza: Hoy -dicen- ha muerto José Saramago.

... Silencio.

Por dónde empezar. Cómo ordenar tanto que se nos viene encima. Qué es lo que no quiero decir...

José es un escritor monumental, no hace falta estimarlo para reconocer esto. Cae sobre cualquiera que lo haya leído, el peso de la evidencia...
Es de esos escritores que te dan vuelta la vida cuando te cruzas con su obra, la primera para después seguirla. Que modifican tu percepción. Que maneja tu respiración cuando te atrapa en el ritmo de la lectura, y en el caso de José casi la agota al momento de liberarla, la recuperas en un bocanada de aire y ya no sabes dónde estás, lo único que interesa es continuar.

José es un humanista excepcional, hace falta tener cierta sensibilidad para aceptarlo, hace falta ver la injusticia donde se presente para entenderlo, hace falta sentir una insoportable incomodidad para acompañarlo.
Es necesario tener la capacidad de ver, y de no hacerse el estúpido para compartir ese grado de compromiso. Es fundamental sentir un escepticismo brutal y brutalmente activo, para entender la dimensión de lo que representa y de lo tanto que aportó.

En ese punto es materia negada para los necios, enemigo de los hipócritas, monje negro de los oportunistas. Una lacra para los que viven a costa del sufrimiento de los demás...

La unión en el cruce de estas características, es lo que lo convierte en un singular, importantísimo e inolvidable Compañero...

José estaba seguro de quién era en toda su dimensión, y no hizo de payaso de nadie, ni reemplazó definiciones por silencios.
No resignó su discurso, ni su forma de pensar ni de actuar, en función de su carrera. No se movió un centímetro para tener un tránsito más ágil en la venta de sus libros, ni se preocupó porque la afinidad con lo que pensaba se proyecte negativa o positivamente en ese plano. Tampoco lo hubiese necesitado, mucho menos pensado...

José no se escondió detrás de su Nobel, no se santificó en su pedestal, lo usó para dar con más fuerza su puñetazo contra la mesa...
No hacía falta pedirle que se manifieste por nada, él lo hacía sin que se lo pidieran.

Cada toma de posición pública suya, representaba horas y horas de trabajo nuestro, y a veces esa relación se potenciaba porque muchas veces con horas y horas de nuestro trabajo no llegamos a lograr nada efectivo ...
Por lo tanto, hacer llegar una preocupación a José o a Pilar, su esposa, era suficiente para recibir un respaldo increíblemente potente, oportuno y espontáneo.
Y reitero, no hacía falta llamarle la atención sobre un punto, basta su propia sensibilidad y compromiso, y esperar a leer su declaración en algún medio.

Esta mañana le escribía a Pilar, recordando el momento en que irrumpieron en REDH, sorprendiéndome porque no sabía que estaban suscriptos desde hace tiempo. Fue a raíz de una carta de otro amigo, D'andrea Mohr, escrita poco antes de fallecer. Y le confesaba, lo difícil que se me hace no verlos como una unidad, aunque cada uno de ellos tuviese un perfil sólido bien definido, una personalidad vasta y autosuficiente. Hablar con José es hablar con Pilar, y hablar con Pilar es un excelente camino para conocer a José; y en esto, el uno no se come al otro...

Recibir un apoyo de Pilar y José tenía esa contundencia, caía con esa solidez. Por esto, es difícil pensar que tengamos que despedirnos de su claridad.

REDH existió estos últimos años gracias al soporte de Pilar y José, y de compañer@s que como ellos se acercaron a preguntar de qué manera podían ayudar, con las palabras que eligen los amigos para hacerlo.
En nuestros encuentros, en Montevideo y Buenos Aires, mucho menos que los queridos, compartimos con avidez los temas que nos preocupan, y no sorprende la cantidad de información, la profundidad de conocimiento y la capacidad de percepción que manejan: Es absolutamente inusual, pero parte de dos personas que actúan como piensan, y viven su compromiso de manera visceral.

Por esto, y por la imposibilidad de articular palabra durante un buen rato, dejé pasar la hora de los obituarios.
No me estoy despidiendo de José...

Es imposible despedir a alguien que ha marcado y seguirá marcando tanto tu vida.

Porque no voy a vivir la época en que José Saramago deje de ser una referencia, es que no puedo despedirme de él.
Porque no voy a conocer el tiempo en que él deje de ser influencia, ni voy a callar lo que él tampoco quiso callar. Porque nada de lo que dijo, ni sobre lo que se pronunció deja de tener sentido, ni existe la mínima señal de cambio para que no se repita, podemos despedirnos de él, ni decretar labor cumplida...

Por eso, sin disimular una profunda tristeza,
no lo despido, lo saludo con el brazo en alto,
como se saluda a un COMPAÑERO...

Un fuerte abrazo,
Carlos D. PEREZ
Coordinador de REDH
Red Solidaria por los Derehos Humano
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